miércoles, 20 de julio de 2011

Sim à distenção laboral!

 Rafael no boteco chique: vc sempre dorme tarde?

 Menina do dia sem amigo: claro que não! durmo no meu horario... afinal os vampiros saem à noite. Sou uma pessoa da noite o melhor momento para tudo menos para dormir

Rafael no boteco chique: verdade

Menina do dia sem amigo:e vc?

Rafael no boteco chique: eu gosto da noite tb... gosto de dormir de manhã
mas eu nunca consigo fazer meus chefes entenderem isso

Menina do dia sem amigo: e se armamos um movimento de distenção laboral?!!!!

Rafael no boteco chique:vc eu nao sei mas eu vou para a rua, certeza

Menina do dia sem amigo: hahahahaha bom, se vc for à rua, poderia fazer um movimento dos sem trabalho, uma manifestação pacifista.
Para chamar a atenção poderia sair só de gravata e nenhuma peça à mais. A tv apareceria e você ficaria famoso =)

Rafael no boteco chique: e desempregado para sempre e preso por atentado ao pudor

Menina do dia sem amigo:claro que não!! seu vídeo pelado seria o mais visto do youtube, fariam hits sobre o peladão desempregado, teus pais ou tua namorada pagariam tua fiança. Você poderia aparecer como entrevistado até no progrma do JÔ.

Rafael no boteco chique acho que minha namorada nao ficaria muito contente!

Menina do dia sem amigo:ela entenderia quando visse o tamanho do seu cachÊ...

Rafael no boteco chique :cache?seria o tamanho da fiança

Menina do dia sem amigo:Claro que não, hoje em dia os advogados estão trabalhando horas extras. Passam muito tempo assistindo Tv para encontrar uma brecha e se mandar atras de uma causa que valha a pena. Como te veriam mais famoso que a banda mais bonita da cidade seus olhinhos brilhariam $$ e eis que.... você conseguiria por uma merreca um muito bom advogado com Doutorado em argumentação.

Rafael no boteco chique:meu irmão é advogado

Menina do dia sem amigo:Resolvido!! preparado para mudar de emprego?

Rafael no boteco chique :sempre. Para correr pelado que nao

Menina do dia sem amigo:tá vendo, nunca estamos preparados para sacrificar-nos pelo trabalho...


Para mi mitad (te adoro pija chota)

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.