sábado, 9 de noviembre de 2013


EL FANÁTICO

Se dice que era un hombre fanático.

Pero la gente tiene miles de teorías con respecto al fanatismo.
 Lo cierto es que la pasión por el equipo le nació de chiquito. Lo cierto es que en una sociedad tan sexista y machista, esas son cosas de hombre, y mientras esté en esto, está bien, porqué para esta sociedad “los hombres son así”.
Resulta que un día  empezó a salir con una chica, y de entrada aclaró que amaba a su equipo. La chica lo aceptó, porqué a ella también le gustaba ese deporte, le gustaba verlo por la tele y también en vivo.
Así fue que lo acompañó a verlo, sin importar qué hacer de su día. Nada más quería estar con él y si para ello era necesario abrir mano de sus deseos así fue, así lo hizo.
Para su  cumple le regaló medias de su equipo, en otro más,  la camiseta de entrenar y hasta cogitó la posibilidad una o dos veces de hacerse seguidora.
Pero el tiempo tiñoso y mañoso muestra duras realidades. Al percibir que el lugar que su novio le daba en su vida era chicato y chico empezó a darse cuenta que la energía la metía en otra cosa.
Si su equipo andaba bien, alegría para todos. Si andaba mal, mal humor y el silencio.
Del equipo las camisetas, las medias, el toallón, las revistas, las notas en el diario, el plato los tenedores, la taza,  la torta de cumpleaños, el carnet, la cuota, el bonus, las fotos, las notas, los foruns, las fotos de la construcción,   y el… pasto.            ¿El pasto? … sí, el pasto.
La tormenta de los narradores de lunes a lunes y el deporte estampado en la tele todo el domingo el domingo entero el domingo todito hasta las 00:00. El  almuerzo en familia y el narrador. Claro.
Cuanta energía puesta en eso.
 En la semana a diario,  líneas y líneas escritas y discutidas con todos los aficionados, porque la gente es así, la gente quiere tener esa relación simbiótica, la gente quiere encontrarse… aaaa y las diablillas? Bah… dejémoslo ahí.
La relación tuvo su encanto, su enamoramiento, y entre miles de problemas, obvio que se estancó y desbarrancó. Casualmente su equipo  también.
El fanático a su novia,  hacía mucho bola no le daba. Con el descenso de su equipo, según él, también lo empezó a ignorar.
Los gritos exitantes de las pasiónes enmudecidos, las ganas de llegarle y desear que salgan que tengan fuerza... esquivados.

Y el fanático decidió que hay un antes y un después de la B. Como en las relaciones. Si vas al descenso, algo se rompe para siempre.