lunes, 2 de julio de 2012

Ha corrido un siglo aparte
desde la vez que te observé
íntimamente, poco decente

Como para conformarme con un beso...

Micareta cerebral

Debería escribir algo. Por el bien de los que me rodean. Por mi bien.
Desde la última vez, pasó mucho. Pasaron vidas. Se fueron.

Mi cabeza se llenó de personajes de una micareta ordinaria, sueños vagabundos. Ecos de repeticiones infinitas y tan fuertes como los bocinazos de un carguero. Los miedos que abrazan el cerebelo completan fantasías sin limites, el propio miedo a evolucionar el pensamiento.
Entonces bailan con sus cuerpos desnudos, miembros disformes, bizarrices constantes. Síndromes de enfermedades del alma.
Esta noche, salía una chica en bata por la calle. La perseguia el marido que creía haberla encontrado en su deslealtad. Ella se salió con la suya. Él la perdonó. Entraron en la casa de verano y la entregaron las evidencias de dos platos sucios puestos en una mesa a la luz de velas. Eran dos.
Dos tiros.